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Mi fracaso como jugador profesional de póker

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Cuando tenía 23 años, no logré convertirme en jugador profesional de póker.

Un viernes por la noche, con las máquinas tragaperras del casino salpicando cha-ching de fondo, puse mi mano sobre mis fichas y lo metí todo. 2000$ en el bote. Para un recién graduado universitario que ganaba 60 000 dólares al año, era mucho dinero.

Tenía dos ases, lo que significaba que tenía las mejores probabilidades de ganar. Cuando el crupier volteaba cada carta subsiguiente, mi corazón latía con fuerza como el de un tambor. Cuando volteé la última carta, mi corazón se hundió hasta el estómago. Mi oponente sacó tres dieces, que superaron a mis dos ases.

Las probabilidades estaban a mi favor. Jugué mi mano correctamente. Tenía ventaja en la mesa. Pero perdí.

Hay manos que ganas y hay manos que pierdes. Si juegas correctamente y tienes un borde sobre tus oponentes, en muchas, muchas manos, saldrás victorioso. En estadística, esto se llama «la ley de los grandes números».

Me enseñó una lección valiosa: puedes jugar de la manera correcta y Aún así perder. Y está bien. Pero la clave es si tienes un borde, vas a triunfar, en un período de tiempo lo suficientemente largo.

En el béisbol, si golpeas la pelota el 30% de las veces, serás una estrella. En VC, solo necesitas un jonrón de cada 20 inversiones para tener éxito. En ventas, te rechazarán en el 80% de tus propuestas. A la hora de hacer una entrevista de trabajo, recibir una oferta el 50% de las veces es de verdad, de verdad bueno. ¿La clave? Tener un borde por encima de tu competencia.

En las citas, vas a fallar la mayor parte del tiempo. Entonces, ¿cuál es tu ventaja?

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